La tía Avelina está encantada en Madrid y decide quedarse unos días más para ir a la zarzuela, algo que incomoda a Diego.
“Sabe toda mi vida y habla demasiado…”, dice preocupado Lalo, que promete echarle un capote para que la mujer se marche cuanto antes.
Sin embargo, el mayor problema de Durán es otro, ya que tras el beso con Raquel, Marta no quiere ningún tipo de contacto con él.
Finalmente, se publica el artículo sobre Azevedo en Inglaterra, pero las consecuencias son penosas y perjudican tanto al filósofo como a la revista.
De vuelta en casa, Ernesto se recupera lentamente y, aunque físicamente se encuentra fuerte, sigue sin recordar nada de su pasado. “Por favor, necesito saber cómo era mi vida antes del accidente”, pide a Matilde.
Ella, sin miramientos, le cuenta su situación: “Desde hace años tenías una amante y yo me cansé de aguantar”. Al contrario de lo que podía esperarse por su forma de ser, Ortega se siente fatal.
Esa misma tarde, su hijo Javier firma el contrato con una editorial americana, dejando la dirección del semanario a Carvajal, que acepta el puesto con buena disposición y fuerza.
Aunque es el puesto que siempre ha perseguido, el ahora director se ve desbordado en poco tiempo con todo el trabajo que conlleva.
Mientras tanto, Ignacio reflexiona sobre las palabras de su tía y se da cuenta de que tiene razón: está enamorándose de María. Por eso, sueña con ella y es incapaz de comportarse con naturalidad cuando está a su lado.
Por su parte, ante un apuro económico de la familia de Llanos, Vicky le ofrece su dinero: “Yo no lo necesito. Cógelo o terminaré gastándolo en tonterías”.
Charo sigue entusiasmada con la actuación de Belén en el King’s e intenta convencer a su padre para que la repita el fin de semana.
No obstante, Tuñón de Guevara prefiere que “su niña” se centre en los estudios. “El mundo del espectáculo es demasiado superficial”, asegura.
Una vez que Avelina se ha marchado, Diego se centra en reconquistar a Marta. “Lo siento. Necesito más tiempo”, se resiste ella.
Con sorpresa, Lalo descubre que le pagan menos de lo que cobraba Arturo cuando estaba en su mismo puesto. “No me parece justo”, se queja al recién nombrado director, que lo ignora.
Tras descubrir que Charo era la mujer a quien Matilde se refería, Ernesto pide perdón a su esposa: “¿Cómo pude serte infiel? ¿Tan mala persona era?”.
La situación es aprovechada por Durán, que acuerda con Tasio Ferrer publicar un destructivo artículo sobre Ortega.
A pesar de sus intentos por mantenerse alejado de María, Ignacio se compromete a acompañarla a Barcelona para buscar a su hermana Luisita.
Por el camino, su coche se queda parado y tienen que compartir habitación de hotel, lo que supone un problema para el abogado…
Marcelino está preocupado por los robos en el barrio y propone organizar una patrulla vecinal: “Si la policía no actúa, lo haremos nosotros con guardias nocturnas”.
Dispuesto a recomponer el puzzle de su vida, Ernesto se acerca al semanario a saludar a su compañeros: “Es desesperante no reconocer a nadie”.
Luego, pide a Arturo que lo acompañe al King’s, donde sufre una visceral reacción al ver a Charo. Esa noche, llega también al club Santiago, que se presenta a Susana como “un buen amigo” de su padre. La chica prácticamente lo ignora y no sospecha que, en realidad, se trata de su tío.
Los nervios lo delatarán ante Marta. “¡Qué decepción! Ahora sí que nuestra historia se ha acabado”, asegura Novoa.